Por: Omar Garcia
Lo abrí, lo escuche, me reí, y, como todos los que nos sentimos ofendidos, lo reenvié. Ese fue el proceso para acabar con la reputación de un gobernante que no ha sabido comportarse a la altura de sus gobernados, que piensa que por ser un licenciado puede ofender a los que ni a la primaria fueron. Ese hombre que se santigua a las primeras de homosexualidad y condena la repartición de preservativos, el mismo que dice “no mames” y con permiso de su confesor nos manda a todos los que pensamos diferente a chingar a nuestra madre. Ese hombre es mi gobernador, Emilio González Márquez.
Vivo en Jalisco, en Guadalajara, lo conozco desde hace cuatro años, cuando tomo los rumbos del ayuntamiento de dicha ciudad, yo apenas tenia 15 años para entonces, pero como hoy, me da igual lo que diga… no vote por él ni pienso hacerlo en un futuro, cuando se sienta presidenciable.
Leo los periódicos a diario, su reputación ha caído, no es necesario hacer una encuesta de Maria de las Heras para afirmar lo que todos contribuimos a hacer. Televisa lo sabe, por eso le sacan provecho a la billetera del erario y se hacen los sordos.
Primero el placazo y todos con nuestras calcas en los automóviles; para los que no tenían automotor era fácil conseguir un adherible y pegarla en nuestro cuarto.
Se arrepintió y mando a Verdín y a Manzano, su secretario de vialidad y secretario de finanzas respectivamente, a las cocas… el placazo se convirtió en refrendazo pero prometió con que iba a volver…
Y volvió… saco la chequera, reviso sus finanzas personales, los números no cuadraban, pero no podía quedar mal con su confesor, Juan, como él lo llama, el hombre que ha sabido ganarse su confianza y que a la postre se sabe todos sus pecados.
Y vino lo que tenia que venir, el pago de favores… Rubén Martín, periodista de Publico Milenio lo tiene documentado, Emilio pidió ayuda del consulado americano presumiendo del apoyo de la iglesia católica, en especial de la arquidiócesis tapatía, que es comandada por Don Juan…
90 Millones, la manzana de la discordia, el comienzo de los continuos tropiezos de la última semana de nuestro gobernador… y después el conflicto, el quebranto de las formas por los fondos, la mentada que no fue discordia sino gota, gota que derramo el vaso jocundo del que pendía el hilo de la congruencia del gobierno del estado, del vaso que reventaron a gritos los que nos sentimos ofendidos. Gritos que se suman y que se mezclan con carcajadas. Carcajadas que nos hacen llorar lágrimas de felicidad, lágrimas también de coraje, impotencia y miseria. Miseria la que vive el pobre de Emilio, que ni con prozac ha de salir de la amargura; Prozac divino tesoro para los panistas.
Así fue, como con un clic me di cuenta de lo que no pude ver en Televisa, así fue, como me entere por medio de los periódicos que no se han vendido, o no han tenido oportunidad para hacerlo, así fue como la tecnología me ha hecho un favor cuando al llegarme un mail, lo abrí, lo escuche, me reí, y, como todos los que nos sentimos ofendidos, lo reenvié. He formado un criterio.
Después vino a mi la imagen de otro gobernante, aquel que le beso la mano a un Papa, aquel hombre que iba a misa los domingos haciendo a un lado la agenda oficial, el mismo que se caso con una casada mandando al infierno los santos sacramentos, aquel que no entendió que en la política, las formas son la antesala de los fondos, y que, al igual que Emilio, no han entendido que viven en un sistema democrático, aunque este todavía en pañales, que en la democracia se elige por mayorías, pero se respeta a las minorías… vino a mi esa imagen, y me dije “¿Quién extraña a Vicente Fox?
Después solo escuche en el silencio de mis pensamientos a los cadetes de linares, y recordando las barrabasadas del sexenio pasado, no me quedo de otra mas que cantar.
Quisiera,
que me hicieras mucha falta
y gritarte que regreses
pero aqui no hay novedad.
No,
no te preocupes por mi
aqui todo sigue igual
como cuando estabas tu.


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